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sábado, 19 de octubre de 2013

EL CRUSTÁCEO QUE PROPINA GOLPES COMPARABLES A BALAZOS

LA GAMBA MANTIS


Las gambas mantis, que son crustáceos de unos 10 centímetros de largo (unas 4 pulgadas), presentes en aguas tropicales, tienen apéndices que usan para propinar golpes tremendos con los que pueden perforar caparazones de cangrejo y conchas de ostra. Esta singular estructura de ataque es capaz bajo el agua de una aceleración mayor que la experimentada por una bala del calibre 22.

Con unos cuantos de estos "disparos", la singular gamba puede destrozar los robustos materiales con los que se acorazan sus presas, materiales que han sido estudiados durante décadas por su gran capacidad de resistir impactos. Obviamente, ante la singular gamba mantis, el interés de bastantes ingenieros se está ahora trasladando cada vez más hacia este singular animal.

Muchas cosas son interesantes en la asombrosa arma que la naturaleza ha desarrollado en la gamba mantis, pero la que más intrigaba al equipo de David Kisailus, de la Universidad de California en Riverside, es la propia resistencia estructural del apéndice, porque, no lo olvidemos, éste soporta los impactos contra objetos tan duros como los citados. Se calcula que durante la vida media de la gamba mantis, conocida también como camarón mantis, esa estructura aguanta unos 50.000 impactos a alta velocidad. En bastantes aspectos, eso es como resistir 50.000 balazos.

La fuerza en kilogramos creada por el impacto de un golpe propinado por la gamba mantis puede superar en más de mil veces a su peso corporal. Los golpes que asestan las gambas mantis son tan potentes que estas bestezuelas deben ser mantenidas en acuarios hechos de vidrio reforzado para evitar que los rompan.

El motivo del interés de Kisailus y sus colaboradores no es meramente académico, sino también con miras a una aplicación práctica evidente: elaborar un material estructurado igual que el del camarón mantis permitiría fabricar armaduras corporales ultrarresistentes pero poco pesadas, destinadas a policías, soldados y otros profesionales que necesiten este tipo de protección.
La investigación realizada por el equipo de Kisailus ha revelado que el apéndice-taladro tiene una complejidad estructural enorme. Consta de tres regiones especializadas que funcionan juntas para conformar una estructura más firme que muchas cerámicas artificiales especiales.

La primera región, ubicada en la superficie de impacto del apéndice, contiene una alta concentración mineral, similar a la existente en la materia ósea humana. Esa primera región es la que encaja el impacto cuando la gamba mantis pega a sus presas o a otros objetivos.

Más adentro, capas muy organizadas de fibras de quitina, distribuidas en el mineral, actúan como sistema de amortiguación de impactos, absorbiendo energía de la colisión e impidiendo así que se propague dañinamente.

Por último, el apéndice-taladro está encapsulado en sus lados por fibras de quitina orientadas de un modo específico, que también ayudan a mantener la integridad de ese impresionante taladro o martillo biológico.
                                                                


En la investigación también han trabajado Garrett W. Milliron y Steven Herrera, de la Universidad de California en Riverside, así como James C. Weaver, ahora en la Universidad de Harvard, en Cambridge, Massachusetts, también de Estados Unidos.

                                                                    

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